Hola, soy Janet Rivera y tengo 33 años. Desde que tengo memoria, a la edad de seis años, he lidiado con el sobrepeso. Recuerdo cómo, de pequeña, deseaba ser la heroína que ayudara a otros a superar sus luchas, pero sentía que no podía ofrecer lo que no tenía: control sobre mi propia vida. La lucha con mi peso se intensificó a medida que crecía, llevándome a experimentar episodios devastadores de anorexia y bulimia. Mirar al espejo se convirtió en un acto doloroso; cada reflejo era un recordatorio de mi fracaso, y la frustración se apoderaba de mí al ver a otros disfrutar de la vida en cuerpos que yo deseaba.
En mis años de juventud, intenté una y otra vez encontrar soluciones rápidas a mi problema. Cada dieta que comenzaba se convertía en una batalla perdida, dejándome más desilusionada y triste. La ropa no me quedaba bien, y cada vez que sentía la mirada de los demás, creía que solo veían mi lucha, no a mí. Esa angustia fue tan profunda que en dos ocasiones llegué a pensar que el final era la única opción. Sin embargo, la vida tenía otros planes para mí.
Cuando tenía 24 años, mi padre enfermó gravemente. Fue sometido a nueve cirugías en un año, y pasé meses vivirndo en el hospital, viendo de cerca las consecuencias del descuido en la salud.
La diabetes y la obesidad eran responsables de tantas vidas en el límite. En esos momentos oscuros, vi cómo familiares se peleaban en los pasillos, no por cuidar de sus seres queridos, sino para evitar hacerlo. Comprendí que no quería terminar en un lugar así. Esa experiencia fue una sacudida que me llevó a la reflexión.
Decidí que ya era hora de dejar atrás mi resignación y despedir esos kilos de frustración. Hasta ese momento, había llegado a pesar 122 kilos. Empecé a estudiar nutrición, complementando mis conocimientos con mi carrera en administración de empresas. Pero, además, mi deseo me llevó a certificarme como Coach transformacional, así como a estudiar educación física y deportes en escuelas nacionales e internacionales. También obtuve certificaciones en Programación Neurolingüística (PNL) y enfoques de nutrición, con la firme intención de aplicar todo ese conocimiento en mi vida y en la de quienes me rodean. Desde pequeña, había tenido el deseo de ayudar a otros, pero mi inseguridad me lo impedía. Ahora, armada con nueva información y un renovado compromiso, comencé a aplicar lo que aprendía en mí misma. Cada pequeño cambio que hacía en mi alimentación y estilo de vida me brindaba resultados reales y duraderos, algo que nunca había experimentado antes.
A pesar de los avances en mi exterior, me di cuenta de que la verdadera batalla siempre había estado dentro de mí. Había pasado años lidiando con mis emociones, pero no podía seguir ignorándolas. Fue un proceso doloroso, pero liberador. Finalmente entendí que al cambiar mi relación con la comida, podía transformar mi vida por completo.
Siempre había querido ayudar a otros pero no sabía como, además lo posponía creyendo que había mucho tiempo, fue hasta que la tragedia de perder a mi hermano menor de cáncer a los 29 años fue el catalizador que me impulsó a actuar. Su partida, repentina y devastadora, me mostró la fragilidad de la vida. En medio del dolor, encontré mi propósito y la fuerza: ayudar a aquellos que, como yo, enfrentan sus propias batallas con el peso y las emociones. Comencé a dar charlas, compartiendo mi historia y buscando inspirar a otros a encontrar la luz en sus propias luchas.
Hoy, dedico mi vida a guiar a las personas en su proceso de transformación. Quiero que sepan que no están solas. La lucha es real, pero la esperanza y el cambio también lo son. Agradezco cada lección que el sufrimiento me ha enseñado, pues han moldeado la persona que soy hoy.
Soy firme creyente de que todo lo que se nos presenta en la vida, por difícil que sea, tiene el potencial de convertirse en una herramienta de superación. La vida puede ser dura, pero hay luz al final del túnel, y nunca es tarde para encontrar tu camino.
Gracias por permitirme compartir mi historia. Si hay algo que quiero que recuerdes, es que el poder de cambiar tu vida está dentro de ti.
Tu transformación es posible, y te animo a que des el primer paso.
Con cariño,
Janet Rivera